
Descubriendo su pálido rostro de entre sus brazos, contempló la imagen que tenía delante. Era realmente una vista preciosa. Tonalidades anaranjadas y violáceas se fundían en un atardecer que intentaba confundirse con el estrepitoso mar que yacía ante sus pies. Un paisaje tan bello, tan imponente, normalmente la hubiera colmado de alegría, pero hoy, sólo logró provocar aún más lágrimas. En su llanto pensó que si hubiera podido elegir una imagen para que fuera la última que pase por delante de sus ojos, probablemente hubiera sido esta. También pensó, en un plano bastante más trivial, que de no haberse puesto tanto maquillaje, la imagen que tendría de ella quien la encontrase sería más placentera. Consideró la idea de deshacerse de este haciendo uso de su vestido, sólo para encontrar que aquel, ya impregnado de agua salada, era más pesado de lo que ella podía soportar.
"Irónico" pensó. "Hasta en los hechos más mundanos, no tengo ni la fuerza, ni la voluntad, para seguir adelante".